COMIENZAN LAS CLASES
Desde hace una semana en el bachillerato y una semana antes en la E.S.O., han comenzado las clases con normalidad en nuestro instituto. Es frecuente en los inicios del curso que los alumnos que estudian algunas de las materias impartidas por el Departamento de Filosofía se sientan perplejos. ¿De qué va esta materia, que parece no tener contenidos propios, que rechaza definirse de antemano, que todo lo que toca lo discute? Porque la filosofía, como dice su nombre, no es sabiduría (sofía), sino afán por saber, búsqueda de la verdad, no posesión de ella. Pero si es búsqueda y no posesión de la verdad, ¿qué pinta en la enseñanza?, ¿para qué sirve? La respuesta que solemos dar los profesores no parece convincente: "enseña a pensar". Pero a pensar enseñan todas o casi todas las materias, si son bien explicadas y el alumno se engancha a ellas. Entonces, ¿qué es lo que distingue a la filosofía? Que enseña a pensar sin seguridades previas. En las demás materias siempre hay un conjunto de conocimientos verdaderos (o que dice el profesor o los expertos que son verdaderos) que todo el mundo acepta. Cuando el alumno estudia alguna de ellas, sabe que, si se equivoca, siempre puede corregir su error, porque hay alguien que lo sabe o hay unos contenidos que dicen lo que es correcto. Pero en filosofía no; todo es discutible. Tenemos que pensar sin ayuda. La filosofía es reflexión en estado puro. Podemos servirnos de una comparación. Las demás materias son como andadores que el alumno usa en el ejercicio de conocer. Con esos andadores, con los conocimientos que nos aportan, podemos evitar el error, lo mismo que el bebé evita caerse. Con la filosofía desaparecen los andadores, tenemos que hacer el ejercicio de pensar sin ayuda, sirviéndonos sólo de nuestra propia razón. Los alumnos de ética dicen con frecuencia cuando el profesor los incita a reflexionar: "profe, esto raya mucho". Y, efectivamente, razonar "raya" mucho. Pero es lo que tenemos que hacer: rayar nuestro cerebro, desarrollar nuestra capacidad racional por nosotros mismos, para saber tomar decisiones, para formarnos una opinión propia y fundada, para adoptar una actitud correcta ante las dificultades y conflictos. Y eso es educación, la mejor que pueda adquirirse, la que convierte a un individuo en ciudadano.
Antonio de Lara.
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